Ingelia: «Biocarbón a escala industrial para fabricar plásticos biodegradables»

En 1913 el alemán Friedrich Bergius, futuro premio Nobel de Química, descubrió la reacción que hace posible la carbonización hidrotermal, ahora conocida como tecnología HTC, pero no ha sido hasta casi un siglo después cuando se ha podido llevar a escala industrial este proceso que convierte los residuos en biocarbón. Y una empresa española, Ingelia, es una de las primeras en el mundo que ha conseguido industrializar este proceso hasta tratar más de 16.000 toneladas al año de residuos para transformarlas en 5.000 toneladas de este material que es capaz de sustituir al lignito (carbón mineral de origen fósil).

Ingelia, recién elegida premio Bioval a la Mejor Iniciativa Bio Industrial, trabaja desde con esta tecnología de carbonización hidrotermal: la solución “más eficiente” para recuperar los elementos vitales de todo tipo de residuos orgánicos y transformarlos en hydrochar, un biomaterial que permite la reintroducción en la economía de este producto. Se trata de un proceso termoquímico que actúa sobre las biomasas y los residuos húmedos sólidos para hacer una deshidratación y concentrar el carbono que contienen los residuos de bajo valor. Esta tecnología, explica a INNOVADORES Marisa Hernández, consejera delegada de Ingelia, se aplica sobre el bifosfato de las plantas de biogás, restos de poda de los jardines, residuos orgánicos, bioresiduos, lodos de las depuradoras, es decir, materiales que normalmente suponen un problema por su gestión porque apenas tienen valor.

En apenas ocho horas, esta empresa es capaz de hacer la concentración del carbono y sacar un material en forma de pellet, que tiene una humedad por debajo del 5% y que sustituye al lignito en todos los efectos. Así, al tener la misma estructura, subraya Hernández, es “un sustituto muy fácil porque el usuario no tiene que cambiar prácticamente nada en sus instalaciones, por lo que puede pasar de usar carbón fósil a carbón renovable” de forma sencilla.

Además, hay que tener en cuenta que de cara a 2050, la Unión Europea ha prohibido el uso de combustible fósil, lo que favorece el uso de este proceso tecnológico, que tiene unos costes de operación más bajos que otros procesos. El valor de Ingelia, asegura su CEO, es ser capaz de llevar esta tecnología a una escala industrial que puede dar valor a estos residuos generando un producto renovable. De hecho, ya tienen registradas 14 patentes internacionales sobre el desarrollo industrial de esta tecnología.

Ingelia también está investigando otras aplicaciones para este carbón para no centrarse solo en el sector energético. Por ejemplo, para hacer biopolímeros, es decir plásticos renovables y biodegradables. Asimismo, también están llevando a cabo un proyecto para sustituir la turba como sustrato para enriquecer el suelo, entre otras aplicaciones. En esta fase de investigación de laboratorio, la empresa valenciana la está ejecutando de forma conjunta con el Instituto de Tecnología Química (ITQ) de la Universitat Politècnica de València y del CSIC. El objetivo de estos proyectos de I+D, en los que la firma ya ha reinvertido más de 10 millones de euros, es trabajar en los usos y aplicaciones para aumentar el valor que este producto aporta a la sociedad para ganar en sostenibilidad.

Desarrollo internacional

Ingelia ya cuenta con dos plantas en funcionamiento: una en Valencia y otra en el Reino Unido. Ahora están construyendo dos más: en Italia y Bélgica, que preven terminar en 2019. Cuando estén listas estas nuevas plantas, Ingelia aumentará su capacidad de fabricación de biocarbón: en Italia se estima que se tratarán 80.000 toneladas de lodo al año para generar 10.000 de este material renovable, mientras que en Bélgica se gestionarán 20.000 toneladas de residuos orgánicos para lograr 7.000 de biocarbón en el mercado de 2019.

Con estas fábricas el desarrollo comercial en Europa será aún más intensivo. ¿Para cuándo el salto fuera de las fronteras continentales? “Ya tenemos iniciativas y clientes de fuera de Europa que nos están pidiendo instalaciones” para poder industrializar este proceso de fabricación de este material renovable, pero Hernández puntualiza que, por el momento, se quieren centrar en esta primera fase en Europa.

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