Ángela Pérez de IMEGEN: «Tener toda nuestra información genética nos volvería locos»

Entrevista de Estefanía Pastor y Fotografías de Eva Mañez para Valencia Plaza el 26 de marzo de 2017 

El camino de Ángela Pérez y Manuel Pérez no ha sido fácil con elInstituto de Medicina Genómica (Imegen) pero el éxito llega para aquellos que son persistentes. Tras un fracaso inesperado por un socio equivocado hace más de ocho años, ahora son la referencia valenciana en el diagnóstico genético de enfermedades humanas.

Se conocieron en la Universitat de Valéncia con una primera idea sobre secuenciación de ADN. «Fue una investigación científica muy productiva, que entonces desarrollamos para Roche. Cuando ese laboratorio evolucionó a otra cosa optamos por convertir ese conocimiento en un primer negocio», explica Manuel Pérez.

Recientemente, los grupos inversores Q-Growth Fund y Biolty compraron la mayoría de su capital con el fin de darle el impulso definitivo a una compañía que ya factura alrededor de cinco millones, tiene sede en el Parc Científic de la Universitat de València y cuenta con 60 empleados.

Ahora, Ángela Pérez sigue como CEO en la compañía manteniendo su parte de acciones -la única de los antiguos accionistas- mientras que Manuel, su otro fundador, ha dejado el accionariado pero seguirá haciendo crecer la compañía.

– ¿Es difícil vender parte de la empresa  que fundaste?

– Ángela Pérez: Recibimos la oferta de grupos industriales que nos proponían comprar el 100% de la compañía. Hemos vendido finalmente el 85% y soy la única persona que no he vendido. En lo que sí participé fue en gestionar la información y proporcionarla al resto de los socios para convencerles de que era la mejor opción el vender, tanto para ellos como para la empresa. Es posible que la empresa a partir de ahora tenga un crecimiento muy importante y al final, convencerles para vender era una decisión importante.

Todo esto se produce porque pensamos que el accionariado de una compañía es importante, es uno de los principales factores para su crecimiento. Y  creíamos que con estos 41 socios íbamos a obtener un crecimiento como el de hasta ahora, que es entre el 20 y el 30% anual, que no está mal. Aún así, el sector está creciendo y pensamos que va a crecer a ritmos más elevados y queríamos rodearnos del accionariado más adecuado para que fuera mayor. No es tanto una venta como un recambio de socios.

Manuel Pérez: La empresa nunca ha estado en venta sino simplemente, por el recorrido que teníamos, nos convertimos en una empresa muy atractiva. Tuvimos varias ofertas de compra y de entrada en el capital. Dentro de las opciones que nos llegaron vimos una que era interesante y queríamos dar un salto importante. Y para ese salto teníamos que incorporar aliados, compañeros de viaje. Se unieron el querer dar un cambio con esta oferta y optamos por dar el movimiento corporativo.

¿Qué os aportan estos fondos?

– Ángela Pérez: Otra cosa curiosa y diferente a lo habitual es que la compañía no necesitaba financiación en este momento. Ese es el motivo por el que no estábamos en venta ni buscando fondos. Entonces, este fondo ha sido seleccionado por los contactos que nos pueden proporcionar y por el acceso a mercados diferentes. Ese ha sido el motivo. Son vehículos de inversión y están especializados en empresas de alto crecimiento. Son sectores donde ellos piensan que va a producirse un cambio significativo en los próximos años.

– ¿Y por qué has decidido no vender las acciones?

Ángela Pérez: Yo pensé que iba a trabajar igual para mí misma que para otros, entonces me veía los próximos seis años dentro de esta empresa haciendo crecer el valor de la compañía, esperemos que de forma exponencial. Entonces, aunque la cantidad era muy seductora, realmente pensé que dentro de seis años iba a ver cómo la empresa en la cual yo había sido artífice de ese crecimiento otros se iban a llevar la plusvalía. Entonces pensé que era un buen momento para mí y no me importaba seguir dentro de la compañía trabajando tan duro como lo voy a hacer. Ya venderé dentro de seis años.

– ¿Cómo ha evolucionado Imegen desde su nacimiento?

 Ángela Pérez: Nace como una empresa dedicada al diagnóstico genético de enfermedades raras, y actualmente somos un laboratorio de referencia en el que ofrecemos diagnósticos genéticos de enfermedades raras y de cualquiera de ellas. Cualquiera de las 8.000 enfermedades raras que pueden venir en forma de muestra a nuestro laboratorio. Actualmente somos un laboratorio en el que trabajamos en temas relacionados con cáncer, con genéticas reproductiva y en la creación y fabricación de productos para que otros laboratorios en otras partes del mundo puedan también realizar estos diagnósticos genéticos.

– ¿Qué previsiones tenéis para los próximos años?

– Ángela Pérez: Nosotros vamos a intentar multiplicar por cuatro la facturación en los próximos seis años. Pasar de una empresa que factura cinco millones de euros aproximadamente a facturar 20 millones entre 6 y 8 años.

– ¿En qué mercados queréis entrar?

Ángela Pérez: En principio queremos consolidarnos en países en los que ya estamos. Vendemos en 30 países, pero en algunos son ventas simbólicas que hemos hecho a un par de clientes. Creemos que hay muchos de estos mercados que sí tienen un potencial muy importante, ya no tanto para montar una delegación o una sede pero sí para desarrollar una red de partners locales. Entonces, lo que vamos a hacer es focalizar nuestros esfuerzos en seleccionar en estas zonas cuáles son los países más importantes y a partir de ahí reforzarlos.

– ¿Quiénes son vuestros clientes en este momento?

Manuel Pérez: Los clientes son los hospitales de todo el mundo potencialmente, y ahora mismo en España, yo creo que todos los hospitales de la red pública son clientes nuestros. También hay clínicas privadas. Y después tenemos unos kits donde ya no vendemos servicios de análisis sino que vendemos es una tecnología a laboratorios para hacer análisis como los nuestros tanto para hospitales como análisis alimentario.

– ¿Son estos kits pioneros?

– Ángela Pérez: Son pioneros. Manejamos como 200 o 300 referencias y en 20 referencias es un kit que hemos inventado nosotros en el mundo. Tenemos un competidor que también está ahora en fase de terminar su validación pero empresas como Imegen hay entre 600 y 1.000 en todo el mundo, entonces solo con eso eres una empresa singular o que estás trabajando en un nicho pequeño. Y de algunas referencias que trabajamos de esos 600 laboratorios las harían 200 pero otras las estamos vendiendo 10 o 15 empresas en todo el mundo. El reto es encontrar a los clientes y ofrecerles nuestros servicios.

– ¿Cuál es el secreto para ir por delante del resto?

– Ángela Pérez: Yo creo que son los 25 años que llevamos trabajando en esto. La primera iniciativa empresarial que fundamos fue seis años antes de tiempo. Montamos una empresa que queríamos que se dedicara al diagnóstico genético de enfermedades humanas y tuvimos que esperar seis años para que el primer médico en España nos lo comprara. De hecho, este es el motivo por el cual Imegen tiene una línea de negocio al análisis de los alimentos.

Tuvimos que subsistir seis años hasta que el primer médico fue consciente de que otros colegas suyos en Estados Unidos y en Europa estaban trabajando con test genéticos para pacientes. La clave del éxito de algún modo ha sido tener la visión de lo que va a ocurrir en el mercado a unos años vista y el pulmón y la capacidad para ir desarrollando todos esos productos y servicios que vas a vender en el futuro. Los desarrollas con un poco de antelación y esperas a que el mercado esté maduro para colocarlo. Esto es financieramente costoso hablando pero te permite en algunos casos ser el primero en llegar al mercado lo que te permite un retorno de la inversión realizada.

– ¿En qué mercado vendéis más test genéticos?

-Ángela Pérez:  Sin duda es el mercado de la sanidad pública española. Y el único motivo es que la sanidad pública española tiene una calidad extraordinaria. Ellos valoran por encima de todo la calidad frente a la sanidad privada y, además, recogen a los profesionales líderes en cada una de las especialidades. Entonces, por una parte se agrupan los especialistas que entienden la genética, asisten a los congresos, y saben qué es lo que les puedes ofrecer. Y por otro la sanidad pública en España es de tal nivel y calidad que, en caso de que un paciente necesite un test genético, lo va a realizar y lo va a sufragar. No hay otros criterios que valoren. Este es nuestro primer mercado. A mí me gusta mucho porque nos encantan los retos científicos y tecnológicos y nos gustan trabajar casos muy complicados y dar un diagnóstico a una familia que lleva muchos años esperando a tenerlo para empezar a solucionar un caso.

– Comentáis que el sector va a empezar a despegar.

– Ángela Pérez: Es un tema de costes. Llevamos muchos años viendo como la secuenciación de ADN es menos un producto de lujo. La tecnología secuencia de una forma más económica. Cada vez se secuencia más y ahora los distintos profesionales tienen que utilizar esta herramienta en su práctica. En nuestro caso, que es la práctica clínica, como la secuenciación de ADN, permite que los test sean más baratos.

La investigación avanza y se van descubriendo genes relacionados con enfermedades genéticas. Además no solo se utiliza para tratamientos, sino para prevención y pronóstico de enfermedades, lo que está produciendo es que sea una herramienta más utilizada. En el cáncer se puede ver la quimioterapia más adecuada para cada paciente en función de su genoma, por ejemplo.

– ¿Hay gente que quiere saber cuál es su predisposición a tener enfermedades?

– Ángela Pérez: La legislación española lo prohíbe. No se puede vender un test genético directo a consumidor sin que medie un prescripción médica. Yo puedo tener una mutación genética relacionada con el cáncer de mama, el caso tan famoso de Angelina Jolie, y además podemos tener dos niñas menores de edad. Yo la tengo porque me la han diagnosticado, soy mayor de edad y el médico me la prescribió, pero no va a prescribir que mis dos hijas menores de edad se vayan a hacer el test.

Aunque yo quisiera y fuera a un laboratorio, no me harían la prueba. El médico debe ser consciente de que deberá ofrecer esta información en un contexto familiar. Si no fuera así, el boom de la genética sería aún mayor, un descontrol

– ¿Debería dejarse abierto?

– Ángela Pérez: En absoluto, todo lo contrario.

 Manuel Pérez: El médico es muy importante para informar a la persona de los pros y contras del test y de cara a la interpretación de los resultados. Los resultados pueden llegar a ser muy complejos y dar información para la cual no está preparado el paciente, ni para asimilarla ni para interpretarla.

-¿Un caso práctico?

– Ángela Pérez: Tenemos casos con un retraso mental que han estado estudiando diferentes indicadores, les han hecho infinidad de pruebas. El niño va teniendo una evolución tardía y al final les hemos hecho un exoma completo que es estudiar unos 15.000 genes de ese niño y hemos detectado algún cambio en un gen que está relacionado con el desarrollo tardío del habla o de la locomoción.

Esa familia puede, después de haber pasado por muchos hospitales e incluso otros países, tener un diagnóstico. Además, el diagnóstico es el primer paso para empezar a tomar decisiones. No siempre lo resolvemos, pero en el momento en el que ofreces un diagnóstico claro hay un agradecimiento tremendo.

– ¿Cuál es la genética del futuro?

– Ángela Pérez: Sobre esto se ha teorizado mucho. He ido a muchas conferencias y el futuro es lejano todavía. Pero desde que entrarás en un supermercado y llevarás un chip en el cual tengas tu predisposición a tener hipertensión, colesterol,  y te dirá por qué pasillos puedes comprar la comida y por cuáles no.

En el futuro también podrás tener un test completo de tu genoma y que te valore la predisposición que vas a tener a desarrollar determinadas enfermedades cardiovascualares o de cualquier tipo. Esta información, si no se ha desarrollado todavía es porque no se conocen en profundidad todos los genes que están asociados y porque transmitirle a alguien una predisposición no significa condenar a alguien a padecer ese cáncer o esa enfermedad.

Por eso creo que esa información hay que darla a cuenta gotas y cuando sea básico para tomar una decisión terapéutica de que esa personas tenga un mal mayor. Por ejemplo, en el cáncer de mama, una chica que no tenga mutación tiene un 12% de posibilidades de tener un cáncer de mama.

Si tenemos una mutación, ese 12% pasa a ser un 55%. ¿Significa que lo vamos a tener? No, es un 55% de posibilidades pero ha aumentado mucho. ¿Es necesario que lo conozca? Pues yo creo que es útil porque es una probabilidad muy alta y puedes hacerte revisiones con mayor frecuencias porque a día de hoy, el cáncer de mama cogido a tiempo se puede cronificar. Entonces en estas cosas es interesante.

Pero imagínate tener una pulserita que te dijera la predisposición a tener un fallo cardíaco, una muerte súbita, o que se te caiga el pelo. Y todo basado en la información de hoy. Yo creo que es peligroso. Nos volveríamos locos. Pensarías que tienes unos riesgos y, ¿qué puede hacer?

Nada, porque lo heredaste de tu padre y de tu madre y es tu herencia. Es más, cuando te reproduzcas, también tú le estarás trasmitiendo a tus hijos. La genética no debe servir para esto, sino para ayudar y no para angustiar a la gente y condenarla.

-Manuel Pérez: La genética no debe servir para ser paranóicos o hipocondríacos de los genes pero llegará un futuro en el que habrá gente hipocondríaca de sus genes. Habrá personas que querrán saber mucho sobre sus riesgos y otras que no.

-Ángela Pérez: Aquí de vez en cuando cogemos un tubito de sangre de alguien para hacer una prueba. Yo doné un poquito de mi sangre pero con la condición de que si hacían una prueba genética yo nunca supiera el resultado.

– Vuestra primera empresa acabó en manos de Vicente Saus, presidente de Eresa, después de expulsaros.

Manuel Pérez: Cometimos algún error estratégico en nuestra primera empresa. No elegimos bien nuestros asesores legales, financieros, fiscales, jurídicos, porque lo depositamos todo en una persona. Esto fue un fallo porque no tomamos precauciones de dejar todo en manos de un buen profesional.

El asesor ahora es el dueño de nuestra anterior empresa, Sistemas Genómicos. Fue duro cuando lo vivimos hace ocho años y uno de los caminos era lamentarnos y mirar hacia atrás pero no parecía muy terapéutico y pensamos que la mejor terapia era mirar adelante y empezar desde cero con la misma ilusión

Ángela Pérez: Cometimos muchos errores. Primero rodearte de gente que luego no ha demostrado ser lo que decían. Después ser personas hiperespecializadas en lo que sabíamos hacer y no pensar que era muy importante conocer la empresa en su globalidad. Entonces, desatendimos áreas de la compañía que, como trabajadores y socios de la empresa, deberíamos haber conocido. Nos pusimos en mano con fe ciega en otras personas y nos salió mal. El principal accionista de una compañía no puede conocer solo un ámbito sino que tiene que saber al menos unos cuantos Rodearse de asesores está bien pero debe conocer parte.

Además, ese error se juntó con alguien que tenía un plan para apropiarse de la compañía y era fácil porque llevaba la parte financiera. En el tránsito de una a otra empresa hice un MBA. Le puse nombres y apellidos a todo lo que me había pasado antes, era espectacular ir a clase y ver como todo lo que explicaban yo ya lo había vivido.

Entonces cuando llegamos a la nueva compañía vimos que el esfuerzo para hacer era un 10% menos que la otra vez y que lo importante del conocimiento sobre secuenciación no se había quedado en la anterior empresa, sino que lo teníamos nosotros dos. Ellos sobreviven pero realmente lo importante nos lo habíamos quedado. Fue un poco de inconsciencia porque nos podíamos haber ido a trabajar a la competencia con mucho menos esfuerzo pero el que hicimos fue menor que la anterior vez y las cosas era más claras.

– ¿Es raro competir con la empresa que fundaste?

– Ángela Pérez: Es horrible porque odias a las personas que te quitaron el control aunque puedes hablar mal de los técnicos que están haciendo los análisis. Pero es una sensación rara porque tú has creado un trasatlántico y luego vas en la patera e intentas competir contra eso que tú mismo creaste. Luego poco a poco se van equilibrando los tamaños y es más fácil. Muchos clientes a los que habíamos trabajado directamente desde la dirección de la compañía se cambiaron. Eso nos sorprendió mucho.

– ¿Ha evolucionado la universidad respecto al emprendimiento?

– Manuel Pérez: Hemos evolucionado pero muy lentamente. La diferencia respecto a los últimos diez años es que ahora un profesor universitario o un investigador que tenga la intención de crear una empresa de base científica ya no se considera una herejía y que te estás saliendo del camino establecido. Pero todavía, al académico que toma el camino sigue siendo infrecuente y mirándose con cierto recelo. Los números son sorprendentemente bajos. Puede ser que en Valencia en spin off sea un poquito más alto pero estamos lejos de tener un ambiente como el de EEUU.

Fuente: Valencia Plaza enlace